24 abril 2016

FERNANDO DEL PASO, NOTICIAS DEL IMPERIO

FERNANDO DEL PASO, PREMIO CERVANTES 2015
Fernando del Paso Morante, escritor, dibujante, pintor, académico y periodista mexicano, es el ganador del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2015.
Fernando del Paso cultiva además de la novela, la poesía, el teatro y el ensayo, entre otros géneros.

Se le considera el último gran escritor que queda en México del Boom hispanoamericano.

El artista mexicano es un zurdo corregido que escribe con la derecha pero pinta y dibuja con la izquierda. 

Él mismo lo explica así:

“Toda mi vida ha continuado la riña entre mi mano izquierda y mi mano derecha. Ninguna de las dos triunfó y esto ha significado para mí un conflicto muy profundo. Sin embargo, mi mano derecha se ha impuesto, no sé si soy escritor, pero sé que no soy pintor, nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir”.


En su discurso de aceptación del Premio Cervantes el galardonado denunció la situación de su país natal.

Fiel a su estilo, Fernando del Paso acudió al acto con una corbata con los colores de la bandera de España  y comentó su relación con el español desde el momento de su nacimiento:

"Lloré un poco y ¡oh, maravilla! lloré en castellano: y es que desde hace 81 años y 22 días, cuando lloro, lloro en castellano, cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano."



Fernando del Paso  que cuida mucho su imagen y viste con una estética vibrante y colorida, generalmente adorna su indumentaria con vistosos complementos: gafas, guantes, corbatas y pañuelos.



NOVELAS DE FERNANDO DEL PASO
Entre las obras de Fernando del Paso, destacan tres extensas novelas que son consideradas como algunos de los mejores exponentes de la narrativa mexicana del siglo XX: 

JOSÉ TRIGO 

Publicada en 1966, es su primera novela, en ella nos cuenta la vida de José Trigo y con ella la de los trenes que salen y llegan a la estación Nonoalco-Tlatelolcoa, a la vez que nos ofrece una evocación total de la historia de su país, desde sus orígenes hasta el tiempo presente.

PALINURO DE MÉXICO 

Es una novela polifónica de 1977 que se vale de la lengua, la cultura y la recreación de todos los mundos imaginables para ofrecer una narración que mantiene una relación ambivalente con la historia reciente de México. 
Aunque puede leerse como una novela política, reflejo del espíritu revolucionario juvenil que floreció en México en los años sesenta, también se trata de una obra artística de una gran exuberancia narrativa.

NOTICIAS DEL IMPERIO

Esta famosa novela histórica de 1987 trata sobre la época del emperador Maximiliano I de México y su esposa Carlota de Bélgica y del trágico destino de su efímero imperio.
Esta obra Fernando del Paso corresponde a un nuevo tipo de novela histórica o metaficción historiógrafica.


NOTICIAS DEL IMPERIO 

De la novela Noticias del Imperio de Fernando del Paso recogemos un fragmento perteneciente al mónologo de María Carlota de Bélgica, Emperatriz de México:

"Yo soy María Carlota de Bélgica, Emperatriz de México y de América. Yo soy María Carlota Amelia, prima de la Reina de Inglaterra, Gran Maestre de la Cruz de San Carlos y Virreina de las provincias del Lombardovéneto acogidas por la piedad y la clemencia austríacas bajo las alas del águila bicéfala de la Casa de Habsburgo. Yo soy María Carlota Amelia Victoria, hija de Leopoldo Príncipe de Sajonia-Coburgo y Rey de Bélgica, a quien llamaban el Néstor de los Gobernantes y que me sentaba en sus piernas, acariciaba mis cabellos castaños y me decía que yo era la pequeña sílfide del Palacio de Laeken. Yo soy María Carlota Amelia Victoria Clementina, hija de Luisa María de Orleáns, la reina santa de los ojos azules y la nariz borbona que murió de consunción y de tristeza por el exilio y la muerte de Luis Felipe, mi abuelo, que cuando todavía era Rey de Francia me llenaba el regazo de castañas y la cara de besos en los Jardines de las Tullerías. Yo soy María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina, sobrina del Príncipe Joinville y prima del Conde de París, hermana del Duque de Brabante que fue Rey de Bélgica y conquistador del Congo y hermana del Conde de Flandes, en cuyos brazos aprendí a bailar, cuando tenía 10 años, a la sombra de los espinos en flor. Yo soy Carlota Amelia, mujer de Fernando Maximiliano José, Archiduque de Austria, Príncipe de Hungría y de Bohemia, Conde de Habsburgo, Príncipe de Lorena, Emperador de México y Rey del Mundo, que nació en el Palacio Imperial de Schönbrunn y fue el primer descendiente de los Reyes Católicos Fernando e Isabel que cruzó el mar océano y pisó las tierras de América, y que mandó construir para mí a la orilla del Adriático un palacio blanco que miraba al mar y otro día me llevó a México a vivir a un castillo gris que miraba al valle y a los volcanes cubiertos de nieve, y que una mañana de junio de hace muchos años murió fusilado en la ciudad de Querétaro. Yo soy Carlota Amelia, Regente de Anáhuac, Reina de Nicaragua, Baronesa del Mato Grosso, Princesa de Chichén Itzá. Yo soy Carlota Amelia de Bélgica, Emperatriz de México y de América: tengo ochenta y seis años de edad y sesenta de beber, loca de sed, en las fuentes de Roma.


Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio. Vino, cargado de recuerdos y de sueños, en una carabela cuyas velas hinchó una sola bocanada de viento luminoso preñado de papagayos. Me trajo un puñado de arena de la Isla de Sacrificios, unos guantes de piel de venado y un enorme barril de maderas preciosas rebosantes de chocolate ardiente y espumoso, donde me voy a bañar todos los días de mi vida hasta que mi piel de princesa borbona, hasta que mi piel de loca octogenaria, hasta que mi piel blanca de encaje de Alenzón y de Bruselas, mi piel nevada como las magnolias de los Jardines de Miramar, hasta que mi piel, Maximiliano, mi piel quebrada por los siglos y las tempestades y los desmoronamientos de las dinastías, mi piel blanca de ángel de Memling y de novia del Béguinage se caiga a pedazos y una nueva piel oscura y perfumada, oscura como el cacao de Soconusco y perfumada como la vainilla de Papantla me cubra entera, Maximiliano, desde mi frente oscura hasta la punta de mis pies descalzos y perfumados de india mexicana, de virgen morena, de Emperatriz de América.


El mensajero me trajo también, querido Max, un relicario con algunas hebras de la barba rubia que llovía sobre tu pecho condecorado con el Águila Azteca y que aleteaba como una inmensa mariposa de alas doradas, cuando a caballo y al galope y con tu traje de charro y tu sombrero incrustado con arabescos de plata esterlina recorrías los llanos de Apam entre nubes de gloria y de polvo. Me han dicho que esos bárbaros, Maximiliano, cuando tu cuerpo estaba caliente todavía, cuando apenas acababan de hacer tu máscara mortuoria con yeso de París, esos salvajes te arrancaron la barba y el pelo para vender los mechones por unas cuantas piastras. Quién iba a imaginar, Maximiliano, que te iba a suceder lo mismo que a tu padre, si es que de verdad lo fue el infeliz del Duque de Reichstadt a quien nada ni nadie pudo salvar de la muerte temprana, ni los baños muriáticos ni la leche de burra ni el amor de tu madre la Archiduquesa Sofía, y que apenas unos minutos después de haber muerto en el mismo Palacio de Schönbrunn donde acababas de nacer, le habían trasquilado todos sus bucles rubios para guardarlos en relicarios: pero de lo que sí se salvó él, y tú no, Maximiliano, fue de que le cortaran en pedazos el corazón para vender las piltrafas por unos cuantos reales. Me lo dijo el mensajero. Al mensajero se lo contó Tüdös el fiel cocinero húngaro que te acompañó hasta el patíbulo y sofocó el fuego que prendió en tu chaleco el tiro de gracia, y me entregó, el mensajero, y de parte del Príncipe y la Princesa Salm Salm un estuche de cedro donde había una caja de zinc donde había una caja de palo de rosa donde había, Maximiliano, un pedazo de tu corazón y la bala que acabó con tu vida y con tu Imperio en el Cerro de las Campanas. Tengo aquí esta caja agarrada con las dos manos todo el día para que nadie, nunca, me la arrebate. Mis damas de compañía me dan de comer en la boca, porque yo no la suelto. La Condesa d’Hulst me da de beber leche en los labios, como si fuera yo todavía el pequeño ángel de mi padre Leopoldo, la pequeña bonapartista de los cabellos castaños, porque yo no te olvido."
Fernando del Paso





Parte de la información para esta entrada ha sido tomada de los periódicos El País El Mundo.

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